Se puede afirmar que el Mar Mediterráneo durante toda la historia de la humanidad ha sido uno de los mares más importantes, ya que puso en contacto África, Asia y Europa, siendo durante milenios la vía principal de comunicación entre estos continentes. Y como tal, durante el mundo antiguo ha sido escenario de varias leyendas.
NINFAS DEL MEDITERRÁNEO
Las nereidas eran las 50 ninfas que habitaban en el Mar Mediterráneo, pertenecientes a la mitología griega. Cuentan las leyendas que nacieron siglos antes de que los humanos poblasen la tierra y que algún dios griego fuera creado. Eran la representación de la belleza marina, siendo esta incuestionable por su figura a veces mitad pez o por ser hermosas jóvenes de figura humana de cabellos dorados.
Vivían en las profundidades marinas del mediterráneo junto con sus padres y solo se acercaban a las superficies marinas para poder jugar con las olas, observar a los navegantes y ayudar a todos aquellos marineros que se encontraban en algún apuro. Estas estaban al servicio de Poseidón, el dios que reinaba sobre el mar. Cada una de estas divinidad marina representaba una forma diferente en que el mar podía ser percibido. Todas ellas eran hijas de Nereo, el viejo hombre del mar y de Doris, una oceanide. Pero de todas ellas, la que más destacaba era Tetis, la madre de Aquiles. Era la más deseada por el dios Zeus, pero este nunca tuvo la valentía para cortejarla porque las profecías decían que un hijo de Tetis sería mucho mas poderoso y fuerte que su propio padre.
Por miedo a ser más débil, lo que hizo Zeus fue ordenar al centauro Quirón que organizase una cita entre ella y un mortal, el rey de Ptía, Peleo. Tetis se opuso al rey, quemándolo, transformándose en jabalí y en león pero el Rey Peleo no se asustó. Finalmente, lo que hizo Tetis fue la metamorfosis en sepia, arrojándole tinta negra, pero con la insistencia del rey consiguió que accediera a casarse con el, teniendo al cabo de un tiempo al poderoso Aquiles.
FOTO: NEREIDA TETIS
EL TAJO DE ROLDÁN
Justo en frente de la costa de Benidorm hay una pequeña isla. Delante de esta isla, en la península hay la montaña Puig Campana, que se caracteriza porque le falta un trozo de roca el la cima. Esto no es casualidad, sino que cuenta la leyenda que en esta isla se produjo una de las historias de amor más bonitas que existen.
Hace muchos siglos en aquel territorio vivía un gigante llamado Roldán, dueño de todo el lugar, pero a pesar de ser el señor de aquel sitio, sentía que le faltaba alguna cosa para completar su existencia, alguna cosa que lo hiciera feliz.
Un día mientras se dirija al mar para darse un chapuzón, vio a una joven que curiosamente en vez de espantarse al verlo, le sonrió y le ofreció un vaso de agua. Este acto hizo que Roldán se sintiese realmente feliz. Empezaron una relación y la joven se fue a vivir en la cabaña del feliz gigante, pero esto no duró mucho porque un día Roldán se encontró a un extraño sin identidad que le dijo que su compañera moriría cuando el último rayo de sol abandonara la cabaña. El gigante se fue corriendo y cuando llegó se encontró a la joven moribunda y sin tocarla por miedo, arrancó un pedazo de piedra que fue a parar en el mar, concibiendo a la joven unos minutos más de vida. Pero el sol acabó poniéndose por completo y la joven murió.
Roldán la cogió en brazos, se adentró en el mar y llego al trozo de piedra que arrojó instantes antes en el mar, allí dejó a la joven y no regresó nunca más.
Foto Puig Campana